John Calvin Coolidge Jr. fue el trigésimo presidente de los Estados Unidos, ocupando el cargo entre 1923 y 1929. En una ocasión, el presidente y su mujer visitaron una granja experimental del gobierno. En un momento dado, la primera dama se adelantó un poco y observó como un gallo desarrollaba una frenética actividad sexual. Sorprendida, preguntó al asistente cuantas veces al día realizaba el gallo el acto sexual, y la respuesta la sorprendió muchísimo. “Una docena de veces cada día señora”. Con una maligna sonrisa, la señora Coolidge dijo al asistente: “no se olvide de comentárselo al Presidente cuando pase por aquí”.
Más tarde llegó el presidente al mismo punto. Allí fue informado de las palabras de la primera Dama. Calvin Coolidge, no se alteró, y miró con tranquilidad al gallinero “Y dígame”, preguntó “¿es siempre con la misma gallina?”. El asistente respondió: “No señor Presidente, es una gallina diferente en cada ocasión”. El presidente no movió ni un ápice el gesto ” Asegúrese de decir eso a la señora Coolidge”.
Con esta anécdota, que ha pasado a la historia por el efecto Coolidge, se pretende explicar de manera general el por qué el ser humano es infiel. Existen personalidades que necesitan buscar experiencias novedosas, salir de la rutina y sentir la adrenalina que se dispara cuando se comienza una nueva relación. Cambiar de pareja significa vivir sensaciones y experiencias diferentes, y es por ello que a determinadas personas les cuesta centrarse en una única relación sentimental.
Según Esteban Cañamares, psicólogo y sexólogo experto en relaciones de pareja, “Lo que nos lleva a ser infiel es siempre nuestro impulso natural al sexo”.
Sin embargo, las relaciones personales son muy complejas y dependen de muchos y diferentes factores. Las causas más comunes por las que se puede ser infiel pueden ser:
– Sentirse “atrapado/a” en una relación que no le aporta la felicidad que se anhela, bien por no sentirse valorados o admirados, bien por encontrarnos con una pareja poco afín a nuestra personalidad o nuestros intereses, es decir, por un problema de incompatibilidad de carácter.
– Sentir que en el plano sexual falta algo que podríamos encontrar en otra pareja.
– Para aumentar el ego. Ciertas personalidades necesitan constantemente que les alaben y les digan lo mucho que valen o lo atractivos que son. Cuando la relación con su pareja se vuelve más estable y ya no le dice tan continuamente lo maravillosos que son, tienden a buscar halagos y flirteos para sentir aumentar su autoestima.
– Por venganza hacia su pareja. Mi pareja ha hecho algo injusto o que me ha dolido, o como venganza por otra infidelidad.
– En ocasiones, simplemente nos enamoramos de otra persona. Puede que sea algo imprevisto y no buscado.
Las consecuencias psicológicas y emocionales de la infidelidad pueden ser bastante dañinas, tanto para la persona que es infiel como para quien sufre la infidelidad. El o la infiel pueden sentirse culpables por engañar a su pareja, y la persona que sufre la infidelidad puede sentir su autoestima muy tocada, ya que la mayoría de las veces estas personas piensan que parte de culpa las tienen ellas, por no haber estado a la altura de la relación con pensamientos como: “tenía que haberme arreglado más para él/ella”, “tenía que haber estado más pendiente de sus necesidades”…y así pueden martirizarse con un sinfín de este tipo de pensamientos.
La fidelidad es uno de los pilares importantes de la pareja, ya que conforman la estabilidad de la misma, por lo tanto, cuando ese pilar se rompe la relación de pareja se pone en riesgo. Aparece la desconfianza, y ya no nos sentimos seguros en nuestra relación sentimental, lo cual nos desestabiliza enormemente.
Ser o no infiel depende de la personalidad de cada persona y de unas circunstancias personales determinadas. Al igual que en el reino animal existen animales que son fieles a sus parejas, como el lobo gris, el águila calva o el periquito cuando la norma es todo lo contrario, también hay personas que no necesitan ser infieles.
Mi objetivo al tratar el tema de la infidelidad no es cuestionar ni criticar este tipo de comportamiento, sino el que aprendamos a conocernos mejor y saber el por qué de nuestros actos. A veces, si aprendemos a saber cuáles son las motivaciones y causas que motivan ciertas conductas, podremos gestionar mejor esas situaciones y enfrentarnos a ellas con menos problemas emocionales.
“Para creerse infiel es preciso creerse amado.”
Jean-Baptiste Racine (1639-1699) Poeta trágico francés.
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