Si habéis estado atento a las noticias en las últimas semanas, seguro que muchos de vosotros conocéis la polémica que se ha originado en torno al último teléfono de la marca coreana Samsung. Exacto, estamos hablando del fatídico Samsung Galaxy Note 7.
El Origen
El los últimos años, las marcas han acostumbrado a fijar fechas más o menos consistentes para los anuncios de sus teléfonos: Apple lo suele hacer en verano, aunque poco a poco lo han ido retrasando y ahora lo hacen en Septiembre. Samsung elige casi siempre la primera mitad del año para sus Galaxy y la segunda mitad para los Galaxy Note, aunque desde la empresa coreana existe la tendencia de adelantar las fechas.
Desde varios foros de rumores en Internet, se hacia eco la posibilidad que este año el iPhone de septiembre fuera bastante aburrido, nada fuera de lo normal, ni nada revolucionario. Los altos ejecutivos de Samsung intentando ganar a Apple en la carrera de las ventas hicieron un movimiento arriesgado: adelantar la salida del telefono a comienzos de Agosto para disponer de ventaja.
Y este amigos, es el origen de todo mal: apresurar un ciclo de trabajo ya de por si en el límite de las fechas de entrega para todas las partes.
¡Sale humo de mi Galaxy Note 7!
Todo comenzaba un par de semanas después que fuera oficialmente presentado, con una noticia de un teléfono que había explotado. Para un volumen de más de 2 millones de telefonos vendidos, se puede atribuir a una mala manipulación por parte del usuario, defecto de fabricación… Ya en el pasado habíamos visto estos problemas, pero siempre había sido usando accesorios de baja calidad sin ningún control.
Sin embargo, el caso no fue aislado: como una plaga, los casos empezaron a multiplicarse por todo el mundo: ya parecía menos como un caso puntual de mal uso a algo realmente tangible con dicho terminal. Algo estaba ocurriendo con los Galaxy Note 7 y no olía nada bien para Samsung.
Respuesta de Samsung.
La respuesta de Samsung no se hizo esperar: trataron de quitarle hierro al problema debido a que porcentualmente era bastante bajo: unos cuantos casos entre 2 millones de teléfonos vendidos no era nada preocupante. Sin embargo, que el teléfono prendiera fuego y causara daños materiales cuantiosos ya no era algo tan desdeñable. Sólo en Estados Unidos más de 100 teléfonos explotaron, prendiendo coches, casas, o cualquier cosa que tuvieran cerca.
El mundo entró en pánico al conocer que dicho terminal podía prenderse o explotar, por lo que no tardó en prohibirse su uso o carga dentro de aviones comerciales, por el obvio riesgo de accidente.
Aqui es cuando Samsung tomó cartas en el asunto y descubrió que en efecto había un problema con la batería del terminal. Así que antes que ocurriera nada más grave, decidió que había que reparar esos terminales. Se inició una campaña por todo el mundo para que la gente mandara a reparar sus teléfonos sin coste alguno. Los flamantes telefonos reparados tenían códigos diferentes, para que la gente pudiera identificarlos fácilmente y así saber que estaban seguros.
O no. A comienzos de octubre un vuelo en Estados Unidos tuvo que ser evacuado por un Galaxy Note que comenzó a echar humo y produjo quemaduras en la tapicería del avión. ¿El problema? Era uno de los “flamantes” terminales supuestamente reparados por Samsung. Ningún Galaxy Note 7 estaba a salvo.
Una semana más tarde los rumores comenzaban a dispararse en toda la industria. Se hablaba en los pasillos, se comentaba en Internet: Samsung había decidido parar por completo la producción. Días más tarde la compañía lo hacía público, no se producirían más Galaxy Note 7 en todo el mundo. Pero debido a que los casos seguían ocurriendo, la empresa tuvo que tomar una decisión mucho más drástica: ni ventas ni reemplazos, todos los teléfonos debían ser devueltos.
Samsung ha demonstrado cómo no hacer una retirada de un producto del mercado, ya que no fue hasta que las unidades reparadas empezaron a fallar, que la empresa decidió que el producto no era seguro. Ahora las perdidas a las que se enfrentan son del orden de los miles de millones, y una muy mala reputación con teléfonos que explotan.
Conclusiones
Si bien es poco menos que imposible marcar a un único culpable en toda esta crisis de los móviles que explotan y se prenden fuego, sí podemos sacar importantes conclusiones. Aunque vivamos en un mundo donde las compañías se apresuran a sacar nuevos modelos para que los ávidos consumidores se gasten sus ahorros cada 6 meses, ignorar o relajar los tests de seguridad de cualquier dispositivo puede traer consecuencias muy nefastas, no sólo en terminos materiales para la empresa, si no en terminos personales también.
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