A Macarena Hermosín Herrera
El agua de la lluvia no he de beber
la sal de la salina me sienta mal,
la arena de los bosques marca mi piel
el viento de levante me empuja al mal.
Tan solo hay dos cositas , que para bien,
erupcionan mi alma , cual huracán
una es la mar de Cádiz; su atardecer
y la otra es su lunita, si llena está.
¿Quién no escribe a paisajes de su niñez?
¿Quién no lanza su vista al más allá?
¿Quién no pare poemas con mucha fe?
Yo le canto a mis musas: lunita y mar.
Vida y muerte encendidas, y al revés.
Verde agua no estancada y Parca sin más.
Inmenso cementerio y ojos que ven;
luz que alumbra la suerte de quien se va.
Galope seco y largo de mi corcel
donde crece el instinto fiero y carnal;
cuchillito de plata no has de tener,
pues pronto mi Señora te irá a encontrar.
Oh, viento de lascivia; yo te ahogaré,
pues no respetas nada y te es igual
la debilidad Santa de flores que
han de mimarse tanto como un cantar.
No te escribiré versos, eterna sed
de fuerza y de violencia, arma sexual
que surcas los hogares de almas de bien;
ladrón de la promesa más virginal.
Entre perfectos símbolos me perderé,
y tomaré prestados los que me van.
Y entre todos, repito, dos amaré:
antes, ahora y por siempre: lunita y mar.
Fotografía: Wikipedia
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