Los Sábados de tarde durante todo un año fueron dedicados a ir a clases de apicultura, una buena idea que se le ocurrió a un amigo mío que se quería dedicar mas adelante a esa actividad. Me invitó y, si bien mi profesión de veterinario estaba mas bien orientada a los animales de compañía, me agradó la idea.
Un mundo maravilloso se me dio a conocer. Cómo esa frenética actividad de la colmena se traducirá en fenómenos casi milagrosos como la producción de una reina logrando con su famosa jalea real mutar lo que sería una común obrera en una reina con fertilidad certificada!
El curso había llegado a su fin y recibimos la invitación de participar de un viaje para conocer un establecimiento apícola de los grandes. Allí nos obsequiaron con un producto derivado llamado propóleo aunque en algunos países lo llaman también propolis. Nunca imaginé cuál sería el destino de este obsequio tan simple si se quiere.
Pocos días después me llaman para informarme que Sugar, una gata persa había desaparecido hacía ya varios días y se suponía que pudiera estar muerta pues vivían en una zona con tráfico bastante fuerte.
Sugar era una muy querida paciente con la característica que con esa cara de gata persa, que parece no querer decir nada, aprovechaba el menor descuido mío para clavarme sus filosos dientes. Infaliblemente, absolutamente, todas las veces que la atendí salí con la mano o los dedos lastimados y vendados. Igualmente me dio pena su supuesto destino.
Suena el teléfono…
Con tristeza su dueña me comunica que han encontrado a Sugar pero en muy mal estado. Su pata delantera, lastimada, había sufrido el ataque de las larvas de la mosca que se encargaron de comerse su musculatura dejando hueso,nervios y hasta sus venas a la vista y con muy mal olor.
— Supongo sacrificarla sea lo mejor, ¿verdad?
— Sí,está en muy mal estado. Me la llevaré para darle destino también a sus restos.
No me dejaba tranquilo el destino que por un posible accidente o una mordida de perros tuviera que sacrificarla. Pero, efectivamente sus carnes estaban literalmente podridas en las zonas donde las larvas habían actuado, y es más, estos gusanos aún estaban activos siguiendo su macabra tarea destructiva.
De inmediato lo primero que hice fue aplicarle medicación para eliminar las larvas que hasta hacían ruido de tantas que habían en sus heridas. Algo de suero fisiológico por vía subcutánea y al día siguiente debería proceder a su eutanasia.
Durante la noche no pude dormir y casi al amanecer se me iluminó la mente: ¡el propóleo! De todos modos nadie sabía que iba a experimentar este obsequio de los apicultores para intentar curar algo a todas luces incurable…
La abejas utilizan este producto para sellar las hendijas de los cajones que hacen de colmena y en caso de ser invadida su casa por ejemplo por un ratón, muy frecuentes en el campo, tras matarlo con su veneno lo embalsaman envolviéndolo con este producto que posee propiedades altamente antisépticas y regenerativas de los tejidos muertos.
Leyendo más sobre sus cualidades me informo que lo utilizan para tratar a los quemados con excelentes resultados.
¡Manos a la obra! Hablo con mi esposa que desde siempre fue y es mi enfermera para emprender la tarea de salvar a Sugar entre los dos. Uno sujetando y otro tratando.
A los pocos días ya estaba comiendo y bebiendo aunque su pata daba realmente asco verla aunque poco a poco iban menguando los olores y el sangrado. Las larvas tocaron retirada y el propóleo hizo su entrada triunfal desinfectando y regenerando tejidos nobles. Tres semanas y suena el teléfono…
— Soy Silvia, la dueña de Sugar. Usted no ha pasado a cobrar sus honorarios…
— Ya pasaré dentro de unos días y de paso le devuelvo su jaulita.
Efectivamente a la siguiente semana ya estaba en condiciones de llevar a Sugar a su casa. Me atiende su doméstica y le pregunto donde está Silvia y me indica que en la planta alta.
— Déme la jaula yo la guardaré…
— Sí pero espere que viene con premio… y al abrir sale Sugar como un bólido subiendo la escalera. El grito de Silvia no se hizo esperar y el reencuentro con su gata quedó para mí como una deuda de honor con el mundo de las abejas…fueron ellas con su maravilloso propóleo que evitaron un trágico final para una gata que ahora ya estaba nuevamente con todo a punto para volver a morderme…así es la vida!
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