Que a nosotros la vida a veces nos da una segunda oportunidad es tan cierto como cuando nos toca atender casos de mascotas donde nos piden literalmente: que sacrifiquemos una mascota. Sí, cuesta creerlo pero hay quienes creen que los veterinarios somos los autorizados para practicar la eutanasia libremente y a pedido de cualquiera.
Hace ya tiempo venía atendiendo una gata negra muy querida por su dueña, se llamaba Myka. Una gata común pero con un cariño excepcional. Su dueña un día se casó y al poco tiempo llegó su primer bebé…Myka de inmediato también se sintió madre o madrina de la criatura.
Un buen día recibo la llamada de su dueña pidiéndome por favor que sacrifique a Myka pues había adquirido el hábito de acostarse con la bebé en su cuna lo cual el padre, de ninguna manera podía admitir.
Expliqué a Tina, su dueña que hiciera lo posible por quitarle esa costumbre a la gata y que no era razón para eliminarla.
Pasó alrededor de un mes y nuevamente la llamada: tienes que hacerlo pues mi marido se ha puesto hasta agresivo y está castigando a la gata continuamente.
En nuestra actividad profesional suceden estas cosas pero también uno aprende a encontrar soluciones. Una vez en la casa pido que me dejen solo con la gata a lo cual acceden y una vez inyectada la ubiqué en su transportin, aparentemente muerta…
Una vez en mi casa, de a poco se iba despertando del sedante que le había aplicado y a partir de ese momento dejó de ser un problema para Tina y su bebé, mejor digamos para Tina y su esposo. Ahora tenía yo una gata nueva en mi casa…además de dos siameses muy territoriales que de ninguna manera aceptaban una gata negra dentro de la casa.
A veces los animales encuentran mejores soluciones que las guerras que usamos los humanos para dirimir los problemas, llegaron a un acuerdo: ellos eran los dueños de la casa por dentro y ella era la reina por fuera, en especial en la barbacoa donde se instaló definitivamente.
Cuando comíamos en la barbacoa Myka era la privilegiada pero permitía que los siameses rondaran por su territorio…lo que los siameses nunca admitieron a ella que entrara a la casa.
Un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar! Myka tuvo su segunda oportunidad, Tina se enteraría recién varios años mas tarde que su gata nunca había muerto!
Deja una respuesta