Para muchos padres hay determinados hábitos tan naturales para sus hijos como tomar el biberón, dormirse con el chupete, tomar el pecho hasta edades avanzadas porque le relaja más al niño o chuparse el dedo. Pero lo cierto es que este tipo de hábitos tiene consecuencias no tan positivas para el desarrollo del lenguaje. Y es que la permanencia de estos hábitos que infantilizan en cierto exceso a los hijos, pueden crear malformaciones en las estructuras orales de los niños que conlleven a una modificación en la cavidad bucal bien en las estructuras dentales, maxilares o del paladar y por consiguiente alteraciones en los puntos de articulación.
Cuando se modifican las estructuras, los puntos articulatorios también se ven modificados por lo que se vuelve más dificultoso poder tener una buena y entendible dicción al hablar. Pero no sólo modifica la articulación, también altera la conducta del niño volviéndolo más infantil, con una relación mucho más apegada a ese objeto o hábito que no hace más que disminuir los estímulos y oportunidades de poder hablar, de poder equivocarse e ir perfeccionando sus palabras.
Este hecho se da en bastantes niños, y pasa desapercibido porque son conductas muy generalizadas y asociadas a los niños, pero debemos tener en cuenta que el uso del chupete por ejemplo, no debe excederse más allá de los 2 años de edad, así como el uso de biberón. El hábito de chuparse el dedo por el contrario, debería erradicarse cuando antes.
Se aprecian en estos niños alteraciones como hipotonicidad muscular, paladar hendido, paladar ojival o mordidas dentales abiertas. Esto se relaciona bastante con otros aspectos que alteran un correcto lenguaje como la respiración bucal o el exceso de babeo.
Pero a parte de estos aspectos, existen otras conductas que retrasan también el lenguaje como la falta de estimulación por parte del entorno del niño, ambientes estresantes y de poco apego o un lenguaje de la gente que rodea al niño que sea poco claro y preciso con un ritmo acelerado que dificulta que el niño obtenga un patrón de referencia adecuado para el aprendizaje.
Algo que todos nosotros debemos de tener en cuenta es que somos el espejo de los niños, de lo que oyen aprenden y debemos aportar un modelo correcto de habla, con un ritmo, tono y gesticulación apta para que sea más fácil de imitar.
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