Una emoción es un estado afectivo que experimentamos, una reacción subjetiva y personal al ambiente que nos rodea y que viene acompañada de cambios orgánicos (fisiológicos y endocrinos).
Existen seis categorías básicas de emociones:
- Miedo: anticipación de una amenaza o peligro que produce ansiedad, incertidumbre, inseguridad.
- Sorpresa: sobresalto, asombro, desconcierto. Es muy transitoria. Puede dar una aproximación cognitiva para saber qué pasa.
- Aversión: disgusto, asco. Solemos alejarnos del objeto que nos produce aversión.
- Ira: rabia, enojo, resentimiento, furia, irritabilidad.
- Alegría: diversión, euforia, gratificación, contentos, da una sensación de bienestar, de seguridad.
- Tristeza: pena, soledad, pesimismo.
Charles Darwin observó cómo los animales (especialmente en los primates) tenían un extenso repertorio de emociones, y que esta manera de expresar las emociones tenía una función social, pues colaboraban en la supervivencia de la especie. Tienen, por tanto, una función adaptativa. Si se tiene en cuenta esta finalidad adaptativa de las emociones, podría decirse que también tienen diversas funciones:
- Miedo: la función de esta emoción sería la protección frente al objeto que provoca ese miedo. Nos ayuda a estar alertas y reaccionar ante un posible peligro.
- Sorpresa: esta emoción nos ayuda a orientarnos frente a la nueva situación.
- Aversión: nos produce rechazo hacia aquello que tenemos delante.
- Ira: esta emoción nos induce hacia la destrucción.
- Alegría: esta emoción nos induce a repetir aquel suceso que nos hace sentir esa emoción.
- Tristeza: nos motiva hacia una nueva reintegración personal.
La emoción viene precedida por un pensamiento que las origina.
La Psicología no sólo se encarga del estudio de las emociones sino también de que debemos aprender a gestionarlas. Cuando una persona aprende a gestionar sus emociones puede decirse que está mucho más cerca de controlar y mejorar su vida. Ya que ya sabemos que lo más importante no es lo que nos pasa sino cómo gestionamos aquello que nos ocurre, lo que va a marcar la diferencia en vivir una vida más o menos equilibrada.
¿Cómo gestionar las emociones?
- El primer paso sería identificarlas. Saber qué te está pasando y luego preguntarte por qué te sientes así. Por qué esa emoción es tan intensa en ese momento y qué pensamientos hacen que esa emoción surja. Por ejemplo, si estás muy triste, piensa qué o quién hace que sientas esa emoción y busca qué pensamientos rondan tu mente en esos momentos.
- El segundo paso es profundizar. Es decir, una vez identificada la emoción debemos ahondar en el porqué de esa emoción y si puede que estemos magnificando en nuestra mente la situación. En muchas ocasiones pensamos que los demás quieren hacernos daño a propósito y le damos muchísima importancia a todo aquello que nos ocurre. A veces, las situaciones vistas con distancia no son tan terribles como al principio nos parecían. Otras veces, sí lo son, y en estos casos también es positivo identificar y profundizar en esa emoción.
- El tercer paso sería fluir con la emoción sentida. Si necesitas llorar pues a llorar, si necesitas unos días estando más bajo de ánimo, no pasa nada. Lo importante es ser objetivo, y vivir las experiencias con la madurez y tranquilidad necesarias para darle a cada circunstancia la importancia que merece, ni más ni menos.
Cada individuo experimenta una emoción de forma particular, dependiendo de sus experiencias anteriores, aprendizaje, carácter y de la situación concreta. Algunas de las reacciones fisiológicas y comportamentales que desencadenan las emociones son innatas, mientras que otras pueden adquirirse.
Charles Darwin observó cómo los animales (especialmente los primates) tenían un extenso repertorio de emociones, y que esta manera de expresar las emociones tenía una función social, pues colaboraban en la supervivencia de la especie.
Los humanos tenemos cuarenta y dos músculos diferentes en la cara. Dependiendo de cómo los movemos expresamos unas determinadas emociones u otras. Hay sonrisas diferentes, que expresan diferentes grados de alegrías. Esto nos ayuda a expresar lo que sentimos, que en numerosas ocasiones nos es difícil explicar con palabras. Es otra manera de comunicarnos socialmente y de sentirnos integrados en un grupo social. Hemos de tener en cuenta que el hombre es el animal social por excelencia.
Las diferentes expresiones faciales son internacionales, dentro de diferentes culturas hay un lenguaje similar. Podemos observar como en los niños ciegos o sordos cuando experimentan las emociones lo demuestran de forma muy parecida a las demás personas, tienen la misma expresión facial. Posiblemente existan unas bases genéticas, hereditarias, ya que un niño que no ve no puede imitar las expresiones faciales de los demás. Aunque las expresiones también varían un poco en función de la cultura, el sexo, el país de origen, etc. Las mujeres tienen más sensibilidad para captar mejor las expresiones faciales o las señales emotivas, y esta sensibilidad aumenta con la edad.
Las expresiones faciales también afectan a la persona que nos está mirando alterando su conducta. Si observamos a alguien que llora, nosotros nos ponemos tristes o serios, e incluso podemos llegar a llorar como esa persona.
Las emociones nos deben servir como trampolines para elegir una u otra conducta, no debemos instalarnos en ellas de forma continua. Son nuestras herramientas para que tomemos buenas decisiones y nos sean útiles.
“Las emociones negativas intensas absorben toda la atención del individuo, obstaculizando cualquier intento de atender a otra cosa.” Daniel Goleman.
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