Durante toda esta serie de entregas mensuales hemos hablado de casi todas las cosas que nos hacían falta para poder hacer senderismo en unas condiciones idóneas, o por lo menos aceptables. Ha llegado ya el momento de lanzarnos y por lo menos hacer el intento de planificar por nosotros mismos una ruta de senderismo.
Empezamos pues por lo básico: por dónde queremos hacer la ruta, qué queremos ver, desde dónde vamos a empezar y a dónde queremos llegar.
La palabra clave es la previsión. Y para ello la tecnología nos facilita esta primera toma de contacto, ya que nos podemos ayudar de herramientas tipo Wikiloc que nos permite desde casa investigar y decidir por la mejor opción que satisfaga nuestro interés. Con esta aplicación o con cualquier otra similar, obtenemos información muy útil sobre distancia, perfil, desniveles, duración e incluso comentarios que los usuarios ponen a disposición de futuros senderistas.
Puede ocurrir sin embargo que prefieras planificar la salida utilizando un mapa y brújula. Para ello también existen herramientas a nuestra disposición como puede ser la web de Instituto Geográfico Nacional (IGN) que dispone de un centro de descargas, y sobre este mapa detallamos nuestros descansos, comidas, que vamos a ver, etc., etc.
En cualquiera de los casos, deberíamos seguir una serie de pasos o recomendaciones para evitar en todo lo posible incontingencias.
- Planificar el viaje al lugar de comienzo de la ruta. A veces olvidamos que tenemos que desplazarnos desde casa, y en ocasiones el acceso al mismo puede estar muy condicionado por el estado de la carretera, pistas, horarios de transporte público o incluso porque no encontramos el comienzo, por mucho que lo viésemos muy fácil en el mapa.
- Información meteorológica. Punto clave y esencial en nuestra salida. La montaña no se va a ir, y unas condiciones inestables pueden fastidiarnos el día. Ante la duda, mejor desistir. Otra cosa es que cambien bruscamente las condiciones en plena jornada. Pero para ello, ya tendríamos algún remedio en nuestra mochila.
- Cálculo de horarios. Mejor que nos sobre tiempo. Calcularemos unos 3,5-4 km/hora de velocidad en llano, con el incremento de tiempo por desnivel de subida (1 hora/300 metros) o desnivel bajada (1 hora/500 metros). Hay que tener en cuenta también las horas de luz solar y los imprevistos que pudieran surgir.
- Terreno a atravesar. Muy relacionado con el punto anterior, ya que no es lo mismo atravesar una pradera herbosa que un canchal con piedras sueltas o un barrizal en el que tenemos que atravesar varias ríos. Aparte del descenso en la velocidad de marcha, el cansancio haría mella en los participantes.
- Disponibilidad de agua. Si hay puntos de agua en el recorrido, evitaría tener que llevar un sobrepeso en la mochila.
- Peligros que nos podemos encontrar. Hay veces que al atravesar zonas cercadas nos encontramos con ganado suelto, por lo que debemos pasar lo más desapercibidos posible. Más peliagudo es cuando nos encontramos con perros, y más si no están atados, que a veces podrían darnos algún que otro susto.
- Puntos de escape y alternativa. Dentro de lo posible, es aconsejable prever la opción de acortar la ruta si es necesario, así como llevar una segunda opción porque no se pueda realizar la prevista. A veces han colocado una alambrada nada más empezar a andar.
- Regreso a casa. Tan importante como la ruta en sí, y más si el destino era lejano. Volvemos cansados tras muchas horas de marcha y nuestra atención debe estar ahora en la conducción del vehículo si nos hemos desplazado así.
Es recomendable salir siempre acompañado e informar de dónde se va a personas de confianza.
Lo primordial es disfrutar. El objetivo siempre es secundario.
Quien ha escuchado alguna vez la voz de las montañas, nunca la podrá olvidar. Proverbio Tibetano
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