El sufrimiento es algo inherente al ser humano y a todos los seres vivos en realidad. Dentro de ese sufrimiento existen varias escalas o grados. Un acontecimiento negativo puntual, como puede ser la pérdida de un ser querido, una enfermedad grave nuestra o de un familiar, alguien que pierde su empleo de forma inesperada, etc. Hay personas que sufren por situaciones que se vuelven constantes en sus vidas, como cuando unos padres tienen un hijo con problemas graves y necesita atención constante, por ejemplo. Este tipo de situaciones justifican el sufrimiento humano y aunque existen formas de “adaptarse” a ese sufrimiento, se entiende desde un punto de vista terapéutico que la persona lo esté pasando mal.
Pero a veces, nos encontramos con personas que siempre se sienten mal, tristes, ansiosos y sufren mucho pero sin problemas graves aparentemente. ¿Por qué ocurre esto? Carl Rogers, psicólogo estadounidense considerado como uno de los más influyentes, nos habla de que muchas veces sufrimos porque se origina un desajuste entre lo que deseamos y la realidad. Este autor expone los conceptos del self ideal, que sería “el concepto de sí mismo que la persona anhela y al cual le asigna un valor superior” y del self real, “que sería la imagen que tiene de sí mismo”. Es decir, por una parte todos tenemos una imagen de cómo somos y de cómo son nuestras circunstancias, aunque a veces solemos deformar esa realidad. Y por otra parte, tendemos a idealizar cómo nos gustaría ser y cómo nos gustaría que fuera nuestra vida. A partir de ahí, empezamos a trabajar para poder acercarnos más a ese ideal.
Cuando consideramos que existe una mayor diferencia entre lo que somos o tenemos y entre lo que queremos ser o queremos tener, empezamos a sufrir.
Esta explicación tan simple sirve de base a los psicólogos para entender a aquellas personas que sin razón aparente muestran mucho dolor en su día a día.
Las personas que se sienten más a gusto o felices son las personas que apenas tienen ese desajuste, o si lo tienen lo gestionan de forma madura emocionalmente. Carl Rogers no divide a los individuos en adaptados e inadaptados, enfermos o sanos, normales o anormales; al contrario, prefiere contemplarlos a la luz de su capacidad para percibir la realidad de sus situaciones.
A tal efecto, define el término congruencia como el grado de equilibrio que impera entre la experiencia, la comunicación y la conciencia y el término incongruencia, que ocurre cuando hay diferencias entre la conciencia, la experiencia y la comunicación. Por ejemplo, las personas presentan incongruencia cuando parecen estar muy enfadadas (puños apretados, gritos, maldiciones), pero no reconocen sentirse así, aun cuando todo indique lo contrario. También se percibe incongruencia en los individuos que aseguran divertirse en una fiesta, pero en realidad se muestran aburridos, solitarios o resignados.
Una forma de empezar a sentirnos mejor con nosotros mismos y con nuestras vidas sería conseguir una mayor congruencia a través de:
- Aceptación: debemos aceptarnos y querernos tal como somos. Debemos ser conscientes que hay cosas que con esfuerzo y dedicación se pueden cambiar, bajar algo de peso, cambiar el peinado, pero no podemos tener 10 cm más de altura, por lo que mirarse a uno mismo con amor e intentar sacar partido de aquello que nos favorece es lo mejor que podemos hacer por nosotros mismos.
Podemos buscar otro empleo mejor si queremos mejorar nuestra condición económica pero no podemos sufrir porque no podemos irnos a Cancún todos los años. Debemos soñar y trabajar por nuestros sueños pero a la vez una dosis de realismo nos viene bien para no perdernos demasiado en el camino de la búsqueda de nuestra autorrealización.
- Adaptación: adaptarse a las circunstancias que nos tocan de la manera más racional posible. Siempre digo que a todos nos pasarán cosas positivas y negativas. Las positivas hay que disfrutarlas sin complejos y con alegría. Cuando vienen los malos momentos lo mejor es vivirlos con serenidad, y dejando que todo fluya para que nuestra mente pueda asimilar aquello que nos está ocurriendo y que podamos tener lucidez en esos malos momentos para tomar las mejores decisiones.
Te animo a que durante las vacaciones o en tu tiempo libre reflexiones un poco sobre este tema. ¿Cómo me veo? ¿cómo considero que es mi vida? ¿estoy a gusto? ¿qué quisiera cambiar y qué no? ¿estoy siendo realista?
A veces tenemos tantos sueños e ideales que nos pasamos la vida imaginando algo que no es y no nos centramos en aquello que somos y lo que nos rodea.
“La curiosa paradoja es que cuando me acepto tal cual soy, entonces, puedo cambiar”. Carl Rogers (1902-1987)
Katerine dice
Buenas noches. Me siento realmente identificada con este artículo en estos momentos estoy atravesando un gran sufrimiento mi pareja de 5 años me dejo por sus supocisiones, inseguridades y desconfianza y me duele mucho porque en realidad no he sido mala persona he vivido para el me he entregado en cuerpo mente y alma para que me pague así soy consciente que he estado al borde de la locura pero no sabe sr psicólogo cuanto me ayuda entender y a calmar un poco mi ser articulos como estos y es verdad el sufrimiento se genera al tener un desajuste entre lo que deseamos y lo que verdaderamente tenemos. Pido a Dios por mi y por todas y cada una de las personas que sufrimos estos cuadros depresivos tan fuertes para que sea su gloria y su poder el que nos ayude a superar y a sanar este dolor.