Uno de los grandes logros de la psicología contemporánea es poner el foco en las emociones y cómo se gestionan. Una buena gestión y control emocional es la clave para poder tener una vida más plena. Ante una misma situación cada uno de nosotros reaccionaría de forma diferente. De igual forma, cuando algo nos sucede crea un impacto emocional distinto dependiendo de cada persona, de sus vivencias personales, de su personalidad, de su esquema mental. Cuando nacemos, además del gran porcentaje genético que poseemos y forma nuestra esencia, vamos viviendo diferentes experiencias vitales, vínculos personales, primero con nuestros familiares y más tarde con compañeros de clase y otros adultos. Todas estas interacciones van formando nuestra personalidad, además de una visión del mundo y de los demás que hará que tengamos reacciones y comportamientos determinados cuando algo nos pasa.
La mayoría de la gente piensa que tiene algún trauma, ya bien originado en la infancia o la adolescencia, o más tarde en la vida adulta.
La palabra trauma es una palabra de origen griego que significa herida. Antiguamente se aplicaba al terreno físico, cuando existía una lesión corporal, pero en la actualidad se ha extrapolado también al ámbito psicológico. Ante un acontecimiento o situación que nos impacta emocionalmente se crea una herida. El acontecimiento puede ser un hecho u otro, un abuso sexual, una guerra, la pérdida de un ser querido. El trauma sería la herida emocional que se origina como consecuencia de la gestión de ese acontecimiento.
Un auténtico referente digno de mención sobre este tema es el doctor Gabor Maté. En sus libros ha recopilado todo lo que ha descubierto a través de su experiencia clínica y personal. En ellos habla de los traumas, de cómo hay personas que caen en las adicciones a diferentes sustancias debido a esos traumas, de que muchas enfermedades se generan como consecuencia de una gestión negativa de las emociones. ¿Podríamos curar esos traumas? Según El doctor Gabor sí sería posible. La clave estaría en la reconexión con uno mismo.
A través de los años intentamos encajar y adaptarnos a un entorno social determinado. La familia y sus exigencias, los amigos, los profesores, más tarde, el entorno laboral. La mayoría de nosotros intentamos dar lo mejor de nosotros mismos. Agradar a nuestros padres, hermanos, hijos… Sentimos una presión social constante en la que nos vamos perdiendo poco a poco, nos vamos convirtiendo en algo más parecido a lo que los demás esperan que a lo que realmente somos. Esa desconexión constante puede generar un malestar que puede traducirse en enfermedades, adicciones para escapar de una realidad que no nos agrada o incluso, una vida de conflicto constante.
Según el doctor Gabor, “las personas sacrifican su capacidad de juego, su alegría, por exigencias internas que ni siquiera entienden”. La presión por rendir, por cumplir con las exigencias de otros y por demostrar constantemente un valor de cara a los demás sería, en la opinión del doctor, una herencia emocional que acaba por destruir la capacidad de vivir plenamente. En su libro “El mito de lo normal”, plantea que “en la sociedad más obsesionada por la salud que existe, no están viendo lo más importante”.
La sanación implica reconectarse con el cuerpo y la mente, reconociendo las emociones y sensaciones que han sido reprimidas. Intentar siempre agradar a los demás y hacernos responsables de los conflictos internos de otros es una mochila demasiado grande. Tomar consciencia de uno mismo, poner límites frente a comportamientos inadecuados hacia nosotros por parte de los demás, vivir una vida más acoplada a nuestros valores, no a lo que otros esperan, hará que nuestra existencia adquiera otro sentido, otro propósito y nos hará más felices. Puede que perdamos ciertos vínculos por el camino, ya no le agradaremos a tanta gente y a muchos les impacte ese cambio en nosotros. Pero el doctor Gabor Maté nos hace una pregunta, ¿prefieres estar rodeado de gente que te aprecia por ser una imagen de ti acomodada a lo que ellos esperan, o prefieres ser fiel a ti mismo?
Todo ello, enmarcado, por supuesto dentro del respeto hacia los demás. Si ser uno mismo implica ir haciendo daño a otros o convertirnos en seres egoístas y nada empáticos, estaríamos eligiendo de nuevo el camino equivocado.
También puede ayudarnos a curar nuestros traumas:
- Identificar las emociones que nos generan
- Hablar sobre nuestros sentimientos
- Practicar la meditación o la relajación. Intentar encontrar momentos de calma.
- Cuidar nuestro cuerpo a través de una adecuada alimentación, ejercicio moderado y un descanso adecuado.
- Encontrar aquello que te hace feliz, que te motive, un deporte, una afición…
- Buscar apoyo profesional, si uno mismo no es capaz de encontrar el camino de la sanación.
- Practicar la empatía y la gratitud hacia los demás y también hacia uno mismo.
“No podemos cambiar lo que nos ha ocurrido en el pasado, pero podemos cambiar cómo nos afecta” Gabor Maté.
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